Las aletas de tiburón se han venido utilizando en oriente desde hace siglos, pues son una fuente de proteínas, mucopolisacáridos (sustancias tipo gel que se encuentran en las células del cuerpo), calcio y fósforo. Su uso era meramente doméstico para realizar sopas.

Actualmente, y después de numerosos estudios, se ha descubierto que el cartílago de tiburón es algo más que un ingrediente sin más. Es un potente antiinflamatorio y analgésico, además de estimular el sistema inmunológico, y también es un potente inhibidor tumoral. Por lo que es muy recomendable su uso en todo tipo de dietas, pues su ingesta no presenta ninguna reacción adversa.

El cartílago de tiburón contiene principalmente, además de colágeno y sulfato de condroitina, una serie de carbohidratos complejos llamados mucopolisacáridos que en piel y mucosas se asocian con el colágeno para ser un potente remedio contra las bacterias. Por esto el cartílago tiene grandes propiedades terapéuticas.

Algunos de los beneficios que nos aporta son el estímulo de la producción de anticuerpos que mejoran nuestro sistema inmunológico. Es un antiinflamatorio natural que ayuda en la recuperación de los tejidos, por lo que es muy recomendable cuando se tiene artritis. Ayuda en enfermedades como la psoriasis y la retinopatía por sus efectos regeneradores.

Muchos lo consideran una gran fuente de proteínas, por lo que es recomendable en dietas de crecimiento muscular. Además, sirve para que nuestras articulaciones se fortalezcan y suframos menos lesiones debido a que ayuda a los tejidos a recuperarse antes y poder así afrontar de nuevo el ejercicio. Pero ante todo, se considera un alimento que previene el cáncer, debido a su alto contenido en sustancias protectoras de las células.